"LEONARDO DA VINCI"
Nació en 1452 en la villa toscana de Vinci, hijo natural de
una campesina, Caterina.
A pesar de que su padre se casó cuatro veces, sólo tuvo
hijos (once en total, con los que Leonardo acabó teniendo pleitos por la
herencia paterna) en sus dos últimos matrimonios, por lo que Leonardo se crió
como hijo único. (Trujillo, 2005)
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Leonardo Da Vinci |
Su enorme curiosidad se manifestó tempranamente, dibujando
animales mitológicos de su propia invención, inspirados en una profunda
observación del entorno natural en el que creció. Giorgio Vasari, su primer
biógrafo, relata cómo el genio de Leonardo, siendo aún un niño, creó un escudo
de Medusa con dragones que aterrorizó a su padre cuando se topó con él por
sorpresa. (Et al)
Consciente ya del talento de su hijo, su padre lo autorizó,
cuando Leonardo cumplió los catorce años, a ingresar como aprendiz en el taller
de Andrea del Verrocchio, en donde, a lo largo de los seis años que el gremio
de pintores prescribía como instrucción antes de ser reconocido como artista
libre, aprendió pintura, escultura, técnicas y mecánicas de la creación
artística. El primer trabajo suyo del que se tiene certera noticia fue la
construcción de la esfera de cobre proyectada por Brunelleschi para coronar la
iglesia de Santa Maria dei Fiori. (Et al)
Leonardo ya era reconocido como uno de los mayores maestros
de Italia. En 1501 había causado admiración con su Santa Ana, la Virgen y el
Niño; en 1503 recibió el encargo de pintar un gran mural (el doble del tamaño
de La última cena) en el palacio Viejo: la nobleza florentina quería
inmortalizar algunas escenas históricas de su gloria. Leonardo trabajó tres
años en La batalla de Angheri, que quedaría inconclusa y sería luego
desprendida por su deterioro. Importante por los bocetos y copias, éstas
admirarían a Rafael e inspirarían, un siglo más tarde, una célebre de Peter
Paul Rubens. (Et al)
En 1513 una nueva situación de inestabilidad política lo
empujó a abandonar Milán; junto a Melzi y Salai marchó a Roma, donde se albergó
en el belvedere de Giulano de Médicis, hermano del nuevo papa León X. (Et al)
En el Vaticano vivió una etapa de tranquilidad, con un
sueldo digno y sin grandes obligaciones: dibujó mapas, estudió antiguos
monumentos romanos, proyectó una gran residencia para los Médicis en Florencia
y, además, trabó una estrecha amistad con el gran arquitecto Bramante, hasta la
muerte de éste en 1514. Pero en 1516, muerto su protector Giulano de Médicis,
Leonardo dejó Italia definitivamente, para pasar los tres últimos años de su
vida en el palacio de Cloux como «primer pintor, arquitecto y mecánico del
rey». (Et al)
A partir de 1517 su salud, hasta entonces inquebrantable,
comenzó a desmejorar. Su brazo derecho quedó paralizado; pero con su incansable
mano izquierda Leonardo aún hizo bocetos de proyectos urbanísticos, de drenajes
de ríos y hasta decorados para las fiestas palaciegas. Su casa de Amboise se
convirtió en una especie de museo, plena de papeles y apuntes conteniendo las
ideas de este hombre excepcional, muchas de las cuales deberían esperar siglos
para demostrar su factibilidad e incluso su necesidad; llegó incluso, en esta
época, a concebir la idea de hacer casas prefabricadas. Sólo por las tres telas
que eligió para que lo acompañasen en su última etapa, la Gioconda, el San Juan
y Santa Ana, la Virgen y el Niño, puede decirse que Leonardo poseía entonces
uno de los grandes tesoros de su tiempo. (Et al)
El 2 de mayo de 1519 murió en Cloux; su testamento legaba a
Melzi todos sus libros, manuscritos y dibujos, que éste se encargó de retornar
a Italia. Como suele suceder con los grandes genios, se han tejido en torno a
su muerte algunas leyendas; una de ellas, inspirada por Vasari, pretende que
Leonardo, arrepentido de no haber llevado una existencia regido por las leyes
de la Iglesia, se confesó largamente y, con sus últimas fuerzas, se incorporó
del lecho mortuorio para recibir antes de expirar, los sacramentos. (Et al)
Bibliografía: Trujillo,
Alejandro. “Leonardo Da Vinci, vida y obra” Oceano, España. 2005
Por: Carolina Ávila e Isa Salas